lunes, 31 de enero de 2011

Estrenos

Mamá, mamá... ¡que me voy a hacer escritor! Aún me quedan reminiscencias de ese tímpano reventado por el guantazo, los premolares saltando de mi boca y esos últimos ecos de consciencia antes de plantarle al mosaico dos besacos como hacía el anterior Papa en sus años más mozos, en los que el tío se lo llevaba todo a la boca. Que no es que me cayera. Qué va. Es que el suelo se me echó encima... y aquí me hallo, unos años después, ejerciendo de escritorzuelo en su vertiente más casposa y chabacana; la de blogs en “el interné”. Déjate de tontadas y acaba ya los deberes, replicaba mi madre. Vale… si eso los detalles ya te los explico luego.

Y debo confesar, si queremos empezar arriando la verdad en la parte alta del mástil, que tampoco es la primera vez que garabateo chorradas en la gran red de redes con total impunidad y autoimpuesta patente de corso. Mamarrachadas de ésas que nunca he entendido que le puedan interesar a nadie pero que tanto le llegan a gustar al populacho. ¿Y por qué? Porque en este país donde se elevan a la licenciatura y el doctorado en arte el chafardeo, los chismes, el criticar y el qué dirán, descubrir las miserias de los demás llena programas en las televisiones, periódicos, charlas públicas o privadas y, cómo no, internet. ¿Lo ves? ¡Éste está peor que yo! Y eso le sirve a la gran mayoría de consuelo. Existe, claro, la excepción de la gente mayor, que llegados a cierta edad invierten esa tendencia. Yo tengo problemas de próstata, del corazón, de la tensión, del colesterol, de almorranas y me tengo que tomar 10 pastillas al día... ¿Eso? Eso no es nada… yo me tomo 24 y además mi perro me pega!    
Hoy, además, no sólo arranco este espacio, siempre sin pretensiones ni aspiraciones, sino que empiezo al mismo tiempo una nueva etapa en mi vida, con ilusiones renovadas y en el mejor de los escenarios que nunca pensé que podría llegar a conseguir. Porque uno pelea durante mucho tiempo asumiendo decepción tras decepción hasta que las expectativas y el cuento de la lechera dejan de estar presentes cuando oteas, más por costumbre que por convicción, hacia tu calendario futuro. Y de repente un día el viento te sopla a favor y todo se pone de cara para darte la oportunidad de quebrar con tu cintura al destino y la mala rutina. Tuya es la decisión y el riesgo. Y yo sin dudarlo he decidido arriesgarme.

Quizá esta bitácora nazca para lanzar al aire nuevos proyectos, éxitos y fracasos. O quizá simplemente se limite a registrar reflexiones, estupideces sin relevancia o anécdotas. Puede que ninguna de las dos. De momento me gusta y me motiva la falta de vallado, el campo abierto y la libertad de poder dar mi siguiente paso en la dirección en la que el capricho decida llevarme. Aunque no venga envuelta en papel de regalo ni acompañada de lazos. Ni con ese característico olor a nuevo. No importa. Es la misma ilusión y las mariposas en el estómago que todos tenemos en todo estreno.