lunes, 14 de febrero de 2011

Fuera sí pero ¿de serie?

No podía, y los que de manera esporádica o repetitiva han tomado café o desayunado algún viernes conmigo lo saben, andar diseccionando temas alegremente y dejar pasar precisamente el que en numerosas ocasiones ha ejercido con tanta solvencia de musa y leit motiv de memorables momentos y bromas. O pasarlo de puntillas, sin el debido respeto que un grande se merece. No sería justo. Porque viernes tras viernes cuando llegaba ese momento en el que alguien se levantaba dibujando en el aire ese gesto estandarizado y reconocible con la mano, ¿café?, te acercabas a la máquina lanzando rápidas y mal disimuladas miradas, al tiempo que insertabas la cápsula, hacia el montón de diarios, intentando reconocer entre la pila de papel de periódico una tapa plastificada y de color que te aceleraba el pulso. ¿Está? Píllalo, píllalo.

En este caso se trataba del suplemento “Fuera de serie” con el que el diario Expansión premia a sus compradores cada final de semana laboral y que se contaba y se cuenta entre las múltiples suscripciones de la empresa. Porque somos guays y nos suscribimos a cosas guays. El mencionado suplemento, para los que nunca lo hayan leído, tiene como objetivo el ilustrar las novedades en moda, viajes, complementos y todo tipo de excentricidades para un público, perdón, para un target (que parece que ahora todo hay que traducirlo a la lengua y grafía de los hijos de la pérfida Albión para que no parezcas un paleto sin caché ni estatus) vamos a decir que de un poder adquisitivo medio - alto. Pero medio - alto, alto, alto.

Y aquí reside su gracia. En hacer que los que ni de coña podemos pagar la inmensa mayoría de los objetos de sus páginas nos consolemos bajo la máxima de que tener dinero no significa tener buen gusto. ¿Calcetines rojos y pantalón escocés vendidos como el colmo de la elegancia? ¿Collares súper ponibles que podrían adornar el cuello de cualquier zíngara escapada del relato de Miguel Strogoff? ¿Utilitarios cómodos, elegantes y familiares donde los haya? Para llevar al niño al colegio cada mañana, vamos. Y así, página tras página vas descubriendo un mundo de accesorios que son como los trajes de los desfiles de moda de alta costura. ¡Eso no se lo pone ni cristo! ¿Para quién los hacen? Pero, eso sí, estimulado cada vez que doblas una hoja por lo que en la vida hubieras pensado que una imaginación pudiera parir y mucho menos hacer. Zapatos de mujer con taconazo de aguja y cola de zorro. Pero cola, cola. De las de verdad. Sin desperdicio.

Así que no puedo evitar hacer mi pequeño y sentido homenaje al que en muchos momentos nos ha dado un último empuje para acabar ese último día de trabajo semanal de una manera algo más amena, compartiendo mofas, juntando cabezas alrededor de unas páginas plastificadas y entonando un mira, mira, mira. Por ellos levanto mi taza. De café.

1 comentario:

  1. Que es la última foto? Una avioneta? Un coche?? Parece algo sacado de los Jetsons :-)

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