lunes, 21 de febrero de 2011

Mister M

No le acabo de pillar el rollo. Y eso que yo, como la gran mayoría de las personas, soy un ser social. Como el que más, vamos. Otra es que sea socialmente aceptado, hasta ahí no me mojo, pero el hecho es que no acabo de entender dónde narices está la gracia del twitter. Porque hay gente que es auténticamente fanática y no sé qué le ven.


Ilustrémoslo con un ejemplo: Supongamos que yo soy el sujeto A del experimento. Como hago a diario me levanto de la cama o del cojín del perro, que yo soy una persona abierta a opciones o fetiches, y en el tuiter de mi móvil saludo a la nueva mañana. Luego me dan los buenos días en el ascensor y no contesto pero eso no importa. Porque me han dado las cortesías matutinas contadas y eso implica que si te contesto gasto la de mañana y me podrían llegar a acusar de ser borde. ¿Quieres mis buenos días? Pues te haces seguidor. Ok, primera tarea cumplida. Ahora me hago un café, me ducho y me visto. Como gracias a la fibra he pasado de ser un cabrón a ser una persona regular me siento en el trono a hacer mi acción ecológica del día. Plantar un pino. Pero cenar ensalada de arroz tiene sus consecuencias y puede que el arbolito  pierda el diminutivo para convertirse en una secuoya así que cojo mi móvil y tras una foto tirada con flash y ojos rojos subo el siguiente comentario; “Aquí un tío súper duro llamado mr. Mojón. Un colega mío”. ¿Y por qué he hecho eso? Pues porque algo en el interior de mi cabeza me ha hecho pensar que la gente está interesadísima en todas mis mierdas y por eso las comparto con mis fólogüers. ¿Y eso qué es? Pues todas aquellas personas cuya vida sería triste y anodina de no ser por mis grandes comentarios. Los que siguen mis chorradas, vamos. Y yo a mi vez sigo las grandes citas y geniales comentarios de una serie de gente que puede ser los mismos que me siguen o no. O sea que yo te sigo pero tú no me sigues, o sí, pero la lleva él. Hasta aquí se me sigue, ¿no? Y por si alguno tenía claro quién iba delante y quién detrás nos sacamos de la manga los retuíts. Que molón… ¿y eso de qué va? Pues se trata de que yo, como fólogüer de alguien publique de nuevo un comentario para que mis fóloguers que pueden no ser fólogüers del posteador inicial, o sí, vean el buenos días del colega. Todo súper intuitivo. Rozando lo trivial. Y sobre todo compensado por lo útil y enriquecedor de la experiencia.

A partir de aquí empiezan preguntas como si retuitéas un retuit qué le pasa. ¿Vuelve al estado original o desaparece? O si citas la respuesta de un retuit eso a quién narices le llega y en qué eslabón exacto de la cadena de mensajes se pierde de manera definitiva la dignidad. Que lo de las citas también tiene un polvo. Bueno, en realidad no. Son citas sin polvo. Que te dejan con la misma cara de tonto. Así que no, definitivamente no le acabo de pillar el rollo a esto. Pero hasta que alguien no lance un halcón que se lo coma me huelo que cada mañana nos seguirá despertando el piar de los pajarillos digitales. Buenos días, nenes. Buenos días.Y buena suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario