martes, 8 de marzo de 2011

Profesiones con procesiones

A uno no se le ocurriría si alguien le presentara a un cocinero famoso, pongamos a un Adrià,  un Arzak o un Berasategui, avasallarle tras el saludo inicial con un comentario del tipo; ostras, así que cocinero… pues vente esta noche a casa y me haces la cena que hoy estoy un poco perro. Hasta el más lerdo es capaz de darse cuenta de que es echarle mucho morro. Y sin embargo hay profesiones, entre las cuales se encuentra la mía, en las que parece que ese límite simplemente no existe. ¿Eres informático?... ¡anda!... ¿me puedes mirar una cosa en el móvil que no me funciona? Voy a obviar lo absurdo de la supuestamente lógica conexión entre ambos conceptos. La informática usa la tecnología, el móvil es tecnología ergo el informático arregla móviles. Claro. Las aspirinas son medicamentos, los supositorios son medicamentos ergo te puedes meter las aspirinas por el culo. Por la misma regla de tres. Pero dejemos, como digo, esa relación aparte y supongamos que efectivamente mis conocimientos dieran para solventarle la papeleta. Sólo una pregunta: ¿Llevo tatuado en la frente “servicio público – gilipollas 24 horas” y  en la cabeza un luminoso verde que diga “libre”? Porque la verdad es que muchas veces te dan ganas de replicar; bueno nene… y tú que eres comercial… ¿por qué no me vendes el coche?  

Y esto, como comentaba, es una lacra con varias profesiones más; cuántos cómicos o presentadores de programas humor no han sido acosados por los fans en la calle a grito de “di algo gracioso”. Pues mira te voy a contar el mismo chiste que me contó ayer tu madre que de la risa que me dio casi me caigo de la cama. ¿A qué viene esa cara? ¿No te gustan las bromas de madres? No. Parece que no mucho. Ya se sabe, campeón, que la tele hace que parezcas más gordo y más simpático.

Pues algo parecido le pasa a una buena amiga que, tiempo atrás, me confesó que durante cierto tiempo cada vez que alguien le preguntaba por su oficio mentía reemplazándolo por el de contable. Porque ya me dirás qué te pueden pedir si te dedicas a eso. La raíz cuadrada de 144, como mucho. O que en una cena de once personas dividas la cuenta para ver a cuánto toca cada uno. Pues usa la calculadora del móvil, tío. Es que no me va… a ver si un día localizo algún informático que me lo mire. Pues bien; su profesión real, la que ejerce para ganarse el pan, es la de psicóloga. No es difícil imaginar el coñazo que supone que la gente, cuando oye eso, te empiece a explicar sus problemas e historias personales y que poco menos exijan que les pases consulta y les soluciones la vida. Así, por la patilla, sin besos ni venir a cuento. Como si les debieras algo. Y la susodicha, cuyo nombre mantendré en el anonimato, carece de la mala leche y de ese punto egoísta necesario para negar los consejos y cortar de raíz la conversación y el abuso de tan simpáticos contertulianos. Y lo más irónico es que en algún caso cuando, ya cansada, lanza alguna indirecta para dar a entender que ella no es un cristal de rómpase en caso de incendio ni un clínex de usar y tirar, la persona acaba haciéndose la loca. Anda que no.    


Y como desgraciadamente esto es una guerra perdida, yo también me voy a unir a la estrategia de mentir en mi trabajo cuando alguien desconocido me pregunte. ¿Que a qué me dedico? Pues soy ginecólogo, campeona. Y de los buenos.

3 comentarios:

  1. Ostras!!!! Yo digo que soy cajera del día! ¡Tendrían que advertirte antes de empezar la carrera de psicología! "Qué sepas que si haces esta carrera todo el mundo se creerá con derecho de explicarte sus miserias"

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  2. Por cierto.. me ha salido un bulto en la cabeza, a ver si me lo puedes mirar cuando tengas un segundo, que yo te arreglé el móvil!

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  3. Agnes, eres piscóloga? Joer, pues haberlo sabido! Y yo pagando 50 Euros por unos miseros 30 minutos a la semana cuando te podría estar metiendo el rollo a ti...gratis! Jajaja! ;)

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